LA 'AGONÍA' DE LOS SIETE RÍOS DE CALI
Desperdicios de minería, desvío de aguas y diversos
desechos acaban con las aguas de los afluentes.
Bañarse en el charco del Burro o en Charco Azul, y
otros remansos de los siete ríos de Cali, está en los recuerdos gratos y las
fotos ya amarillas de muchos caleños de antaño. Pero ese privilegio natural
está hoy sometido al riesgo de extinción.
El robo de sus orillas, el desvío de sus aguas para
fincas, condominios o colegios, la incesante contaminación con basuras y aguas
residuales, hacen que una ciudad con más de 150 metros cúbicos por segundo no
sepa hoy cuál será la suerte del abastecimiento futuro.
Seis de los ríos, convertidos en caños, caen en el
Cauca, que ya viene herido por la deforestación y el narcotráfico en territorio
caucano. Y, así, una ciudad rica pasa por cortes de agua y sufre para responder
a una sequía.
Estas son
sus historias.
Al río Pance se lo toman todo
Sus aguas, fuente de turismo en Cali, llegan a la
desembocadura sin que nadie se percate de su agonía y contaminación.
El río Pance, ese que atrae a miles de bañistas
para darse un chapuzón, es el mismo que termina con aguas reducidas y turbias
cerca de una autopista. Nadie ve ese final porque debería entrar a una
propiedad privada en medio de espesos matorrales. Desfalleciente, tras sus 25
kilómetros desde su nacimiento en Farallones, a 4.200 metros sobre el nivel del
mar, se une con el oscuro y contaminado río Jamundí.
En su nacimiento, entre los empinados picos de la
reserva natural, el río, con el mismo nombre del corregimiento que atraviesa,
sale desbocado con 2,1 metros cúbicos por segundo para chocar con la zona
urbana de Cali y bajar a 0,8 metros cúbicos por segundo, según el área de
Laboratorio Ambiental del Departamento Administrativo de Gestión del Medio
Ambiente (Dagma).
En sus riberas no se respetan los 30 metros en cada
margen, advierten expertos de la Corporación Autónoma Regional del Valle del
Cauca (Cvc). Entre Pance y la zona de La Vorágine hay por lo menos 30
edificaciones que se han levantado, algunas sobre el mismo río, como lo indica
la Personería.
El Pance es el mismo que abastece 21 acueductos de
7.500 habitantes, pero del que se surten, según la Alcaldía, otros 50.000
moradores indirectamente y el que es utilizado por balnearios a pocos metros de
su orilla. Hay hasta improvisados lavaderos de carros.
El río pasa por cuatro centros de recreación a
donde cada fin de semana llegan de 30.000 a unos 60.000 bañistas, entre ellos,
el Ecoparque Río Pance o Parque de la Salud, a lo largo de unos ocho
kilómetros.
En la parte baja, colegios y universidades toman
sus aguas, como lo señala la misma Personería. El panorama se complementa con
quienes pernoctan en más de 2.000 espacios a lo largo de la ribera, mientras
hay cabañas que ofrecen turismo ecológico.
Los fines de semana, al río Pance llegan cientos
de personas para bañarse y compartir el paseo de olla. Juan Bautista Díaz /
EL TIEMPO
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Pero el río Pance, el del plan del sancocho de
gallina en fogón de leña, pese a las recomendaciones de no hacerlo sobre su
margen de protección, también recibe aguas residuales. Una planta de
tratamiento de La Vorágine reduce el impacto, aunque el pasado 18 de julio un
daño en la geomembrana afectó el caudal. Según Dídier Upegui, director de la
Regional Suroccidente de la Cvc, la situación se corrigió a tiempo.
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